2005-03-09

Un cuento hecho de letras

Este cuento ya es antiguo, de hace cosa de tres años. Traté de ilustrar en él su moraleja, formulada al fin en forma de pregunta. Pero, ¡ni modo!: Soy algo filósofo, y mi metafísica toda se trasluce en él.., y mucho más de mí. Por eso lo reedito ahora, con el gusto de exponerme.

Un cuento hecho de letras

Fxsi

Hace ya mucho tiempo, quizá millones de años, de que las líneas lograron organizarse y formar letras. Fue muy difícil para ellas, y algunas nunca lo aceptaron. Se requirió que renunciaran a su individualidad, para en delante depender unas de otras. Subsistieron, sin embargo, y aun se sublimaron y alegraron, gracias a la posibilidad nueva que adquirieron.

Algún día surgió la A, luego la E y la I, y las otras dos vocales; y unas a otras se oyeron con placer; aunque, a decir verdad, también a veces con envidia, al compararse unas con otras. Así también brotó la B, la C y la D, y con ellas sus hermanas consonantes, hasta alcanzar la Z. Se sentían un poco sobajadas, porque su sonido no era como el de las vocales; pero al fin aprendieron a depender de éstas, y ellas mismas empezaron a sonar.

Hubo una hermanita muda, con frecuencia olvidada, que no era ni vocal ni consonante; y llegó también la Y, extranjera hasta en su nombre, y orgullosa de llenar las dos funciones.

Total: El abecedario estaba listo, e incluía rarezas como la X, de múltiples sonidos; la extraña K, que apenas sí se usa; la W, extranjera también, y poco vista; la Ñ, de dos trazos; la CH y la LL, que siempre ocupan doble espacio, y la R, con dos sonidos y dos looks: R y RR.

Nada tenían que hacer aquellas letras, y parecían felices en su ocio: en algún modo sonaban, y, revueltas, competían con el rugir del mar o el trino de los pájaros.

Pero no por siempre sería reír y cantar todo. Dos de ellas discurrieron unirse, y llamaron a sus dos gemelas; y así alguna vez se pudo leer MAMÁ.

Fueron acusadas de antiabecedáricas; pero ellas a sí mismas se sabían propalábricas, y hallaban en ello algún consuelo:

Era cierto: perdían mucho de su independencia y libertad, y tenían que aceptarse y adaptarse unas a otras. Pero les valía la pena, por llegar a ser más que sonido.

Aprendieron, pues, a tolerarse, y fueron tolerantes con las otras, hasta que algunas de éstas se acercaron.

Hubo así PAPÁ, AGUA y PAN, y luego hubo también VINO; con lo que se inició el Reino de la Palabra y la Alegría, al que poco a poco otras se fueron añadiendo.

Aun la H misma, la muda, fue aceptada; pues sin ella no podía escribirse HIJO ni HERMANO. Y habiendo PAPÁ, MAMÁ, HIJOS y HERMANOS, empezó el Reino del Amor.

Muy difícil fue el proceso de la U, que por sí misma ya sonaba sola, y estaba ya en la NUBE y en la LUNA. Se le invitó, con todo, a una renuncia nueva y dolorosa, y aceptó volverse muda, como la menospreciada H, con tal de que pudiera haber JUGUETES y GUITARRAS, para goce de niños y de enamorados.

Pero se le pidió más todavía, y aceptó unos cursis dos puntitos, necesarios para que llegara la CIGÜEÑA... Y todavía hay quien le reprocha que por ella llegaron la GUERRA y la VERGÜENZA.

Así, con el tiempo, las letras aprendieron a mirarse siempre en orden y alineadas, y aun aceptaron un código ortográfico, que vino a dar al traste con la poca libertad que les quedaba.

Y cayeron en manos de seres superiores, que usaron de ellas en sus libros, y aun se esmeraron a veces para ello por embellecerlas y adornarlas.

Y allí subsisten ellas, sublimadas: integran la Biblia y el Quijote, Edipo Rey y el Manifiesto Comunista, y están en las Constituciones y en la Prensa diaria de todos los países.

Pero muy pocos hay que las respetan, y casi de nadie llaman la atención. Por ser útiles, murieron a sí mismas. Y hoy atraviesan el espacio, de satélite en satélite, y sin ellas la aldea global no pasaría de un simple sueño.

¡Benditas letras, que supieron aprender a tolerarse y a convivir unas con otras!

Más fácil les hubiera sido marchar cada una por su lado: hubieran sufrido menos, y no hubieran tenido que soportarse unas a otras.

Pero decidieron arriesgarse a crecer y a comprometer su libertad hasta perder su autonomía. Y así se volvieron inmortales.

¿Podremos llegar a serlo los seres humanos algún día?


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